viernes, octubre 20, 2006

—LOS AMIGOTES DE TITO— Cap. 9


Contra la corriente –Novela...

Capítulo 9
LOS AMIGOTES DE TITO

La saliva le moja la camisa y siente un ligero dolor en el cuello. Su cabeza da vueltas y siente nauseas. Le cuesta posesionarse de la situación. La pesadilla de anoche se confunde con sus pensamientos retrospectivos del día anterior. Ahora recuerda. Es Domingo y Tito deberá recogerlo para ir a jugar un partido de fútbol. No tiene zapatos para jugar. Tendrá que ponerse las zapatillas del colegio. ¿Qué hora es? Mira su reloj pulsera. Las 9 de la mañana. A las 9 y 45, Tito le pasa a recoger y juntos se dirigen a una cancha de fútbol en la Población vecina.
La “cancha “ se compone de un sitio eriazo, de esos que no faltan en los barrios pobres, con unas piedras a cada lado que señalan el “arco” o pórtico. Allí, un grupo de unos 9 a 10 muchachos, de diversas edades, pelotean entusiasmados entre gritos y garabatos. Apenas dan atención a los recién llegados. Tito tiene que hacer esfuerzos para detener un momento la pichanga.
—Bueno, ¿vamos a empezar o van a pelotear todo el día? –pregunta Tito, dándose importancia. Los otros responden con cada palabrota del más subido calibre, a modo de “saludo”.
Un muchachón de unos 20 años con camiseta sin mangas, con tatuajes en sus brazos, de pelo largo amarrado al estilo “Rambo”, y jean recortados a la rodilla, se acerca a Tito y Cristian. Limpiándose la nariz con el antebrazo, y la pelota bajo el otro, da un escupitajo al suelo mientras observa detenidamente a Cristian...
—¿Y este “compadre”, de dónde lo sacaste, “Loco” ?
—Es Cristian, llegó de Ovalle. Vive en la pieza del patio de mi casa. Yo lo invité a jugar con nosotros -responde sin inmutarse Tito, adoptando una postura de “matón experimentado”-. Porqué... ¿algún problema, "Jote"?.
—Sin drama, loco, sin drama. Solo preguntaba. ¿Sabís' jugar a la pelota cabrito? –pregunta el "Jote", dirigiéndose a Cristian, mientras le pellizca una mejilla.
—Un poco –contesta el muchacho, algo nervioso.
—¿En qué posición ?
—¿ Cómo? –Cristian mira confundido a Tito, como pidiendo ayuda.
—Quiere decir si juegas adelante o como defensa –se apresura a explicar Tito.
—Ah, entiendo. Donde ustedes quieran...
El muchachón mira a Tito con una sonrisa burlona, mientras hace un gesto de sorpresa fingida a los demás muchachos que observan y sonríen.
—Que juegue atrás con el “Pitufo” y el “ Piojo “ -sanciona el "Jote"-. ¡Vamos mis leones, que se me van las 'patas' por pelotear!
Después de repartirse los equipos da comienzo el partido, o la pateadura, da igual, porque el juego brusco es celebrado como gracia por los componentes de los dos equipos. Después de un malentendido, estuvo a punto de armarse una "mocha" de proporciones entre el "Cabeza de sandía" y el "Johny diez pesos", pero el "Jote" se encargó de amenazar a cada uno de los involucrados con su cortaplumas, de modo que la "calma" volvió al partido.
El juego transcurre entre patadas, gritos, empujones y garabatos, cosa que desagrada notoriamente a Cristian. A pesar de haberle informado en varias oportunidades a Tito que quiere retirarse, éste insiste en que se quede.
Al término del "partido", el “Jote” se acerca condescendiente a conversar con Cristian.
—Jugai' mas o menos, cabrito. Te falta algo de firmeza pa’ trancar, pero tenís' “pechuga”. Lo malo es que soy tan callado. Saca la bronca no más. No seai' “tumba”, si aquí todos somos amigos.
—Gracias –Cristian no puede ocultar su incomodidad, mientras el "Jote" se acerca a Tito.
—¡Oye Tito, ¿vai' a venir a la noche a la fiesta en casa del “Piojo”?. Podís' traer al “Tumba”, pa’ que conozca a las “piernas” del barrio –dice el “Jote”, con mirada maliciosa, mientras observa la reacción de Cristian y de los demás, a su "ingenioso" apodo con que ha bautizado a Cristian.
—Yo no podría –se adelanta a decir Cristian, antes de que Tito logre contestar la pregunta–. Mi tío llega hoy de la Minera y tengo que esperarlo...
—Tranquilo, compadre. Sin drama. Tu tío llega cansado del turno, y siempre se acuesta temprano los Domingos –interrumpe Tito–. ¿No ve que yo le conozco todo el itinerario?. Mira: –dice calmadamente, mientras enumera las situaciones con los dedos–. Llega como a las 10 de la noche, se ducha mientras canta a toda “jeta” la canción de Nino Bravo... esa que le gusta... “Nohelia”. Después, va al almacén de la “Pollito”, compra queso, toma té en la pieza y se acuesta. El Lunes duerme hasta las 11 de la mañana, se levanta, se afeita y se va a la casa de la Nuri a almorzar y se queda toda la tarde manoseando “pierna” hasta la noche... ¿ves?. Por último le dejas una nota en la pieza y el teléfono del "Piojo", pa' que te llame si quiere.
—No sé... A la noche te confirmo –dice Cristian, como un modo de salir del paso.
—No se me vaya a “chupar”, pu' compadrito –dice el "Jote" en tono paternal, mientras pone su mano en el hombro del joven–, mire que aquí todos nos ayudamos "los unos contra los otros". Pa' eso están los amigos, ¿verdad, loco Tito?.
—La "pura". –Contesta Tito adoptando postura de "duro"–. Aquí en esta Pobla, si uno quiere pasarla bien, tiene que tener amigos, Cristian. Si no, te vas a aburrir como foto en nicho de muerto, ja, ja, ja. –Los otros celebran condescendientemente la intervención de Tito.
—Bueno, nos vemos a la noche, "mis leones" -grita haciéndose el gracioso el "Jote", mientras recoge la pelota y se aleja dándose de patadas en el trasero, con los demás "amigotes" de Tito.
Cristian , Tito y un jovenzuelo de unos 15 años, delgado, moreno al que llamaban "El pitufo", por lo bajo de estatura, se dirigen en la misma dirección, hacia sus casas.
—¿A qué hora almuerzas, Cristian –pregunta Tito, mientras se saca la polera transpirada.
—Como a las una y media a dos, me dijo la señora María –responde el joven–. ¿Por qué?
—No, es que te iba a invitar a mi casa, compadre, pero me olvidé preguntarle a mi mamá si podía llevarte.
—Ah, no. No te preocupes. Ya dejé con el almuerzo servido ayer a la señora María ¿te acuerdas?. No creo que le haga gracia que nuevamente la haga esperar sin avisarle. Para otra oportunidad será.
—¿Pero qué vas a hacer mientras tanto? Recién son las doce y media –insiste Tito.
—Bueno, tengo que ducharme, y barrer la pieza, así es que no me daré ni cuanta cuando pase la hora.
—¿Dónde almuerzas tú, compadre? –pregunta el "pitufo".
—Almuerza donde la "Ensueño" –interrumpe Tito.
—Ah, que buena onda... –contesta el "Pitufo", dirigiéndose a Cristian–. Te debes ir de 'mangoleo' todos los días. Esa comadre no muestra más por que se le terminó el repertorio, ja, ja, ja.
—Y con esas falditas cortitas que usa... uuuh, y esos escotes grandotototes... uuuh... Ja, ja, ja, ja, –corean al unísono, Tito y el Pitufo, haciendo gestos groseramente descriptivos.
—¿Te refieres a la señorita Nélida, Tito?...–pregunta inocentemente Cristian.
—A quién más pu', socio. No sea ganso. No me va a decir ahora que le gusta el charqui, y que se está “mangoleando” a la mamá... Ja, ja, ja –responde Tito, dando una palmada de complicidad en la espalda al "Pitufo", quien se une a la risa del muchacho.
—No entiendo porqué le dices "Ensueño" –contesta Cristian en forma un tanto seria, haciendo caso omiso al comentario de Tito–. ¿Es por lo bonita?..
—Ja, ja, ja... –reaccionan los dos muchachos, ante la candidez de Cristian.
—No socio –dice Tito, en tono conciliador–. Le dicen así por los colchones “Ensueño”. Es que todos los que pololean con ella se le quieren subir encima, ja, ja, ja. A Cristian hay que explicarle todo –dice Tito dirigiéndose al "Pitufo"–, es que él se crió en un pueblito de "gansolandia", ja, ja, ja.
Cristian se mantiene serio, mostrando que no le ha gustado mucho el comentario.
—Vamos, compadrito –agrega Tito, colocando su brazo en los hombros del joven–. No se me ponga grave, si nadie quiere balancearlo. Lo decimos de broma no más, ¿no es cierto "Pitufo"?
—Claro –responde el aludido–, además es cierto que esa mina está pa' subírsele encima. A lo mejor si le 'hacís' los ‘puntos', te puede resultar, y le dai' sus buenos masajes –dice el "Pitufo", mientras gesticula haciendo ademanes groseros.–. La "Ensueños" ha pololeado con casi todos los cabros del barrio, y siempre yo la veía en las esquinas cuando me la tenían agarrada por todas partes. Figúrate que cuando pololeó con mi primo, él me contó que todos los días se le... ¿ah?
El "Pitufo" apenas alcanza a percatarse de los desesperados gestos que Tito le hace a espaldas de Cristian, para intentar que detenga sus fogosos comentarios acerca de Nélida.
—La "señorita Nélida" ahora está pololeando con don Alfredo, el tío de Cristian –interrumpe Tito muy circunspecto, dirigiéndose al "Pitufo", y olvidándose por ahora, de llamarla "La Ensueños"
—Ah, churra, la metí a fondo. Perdona socio, no sabía... –se disculpa el "Pitufo", abochornado, mientras da una mirada acusadora a Tito por no haberlo alertado a tiempo.
—No me mire a mí compadre –dice Tito al "Pitufo"–. Usted solito "introdujo las extremidades inferiores" hasta el ‘fondeque' ja, ja, ja. Nadie le estaba tirando la 'sin huesos'. ‘Apechugue' solito ahora, como los hombrecitos. Ja, ja, ja.
—Está bien –interrumpe Cristian conciliadoramente–, no se preocupen. Ella es polola de mi tío y yo no me meto en esos asuntos. Él es adulto y sabe lo que hace, o no hace.
—¡Oye! Que habla bonito el "Tumba", quiero decir,... Cristian –corrige el "Pitufo", al darse cuenta que el apodo no le hace ninguna gracia al joven.
—Ándate pa' la casa, mejor, "Pitufo", antes de que la sigas metiendo más. Ja, ja, ja –aconseja Tito al jovenzuelo, mientras le da un golpe en la cabeza con la polera que lleva en la mano.
—Tito y Cristian llegan juntos a la casa y se despiden en la puerta.
—Chao compadre, a lo mejor te invitamos a almorzar el próximo fin de semana, pero tienes que venir con don Alfredo para que la Marcia se mee en los calzones Ja, ja, ja. –dice Tito mientras se despide de Cristian–. Ah, y no te olvides que a la noche te paso a buscar para ir a la fiesta...
—Chao, Tito. Yo te aviso –responde Cristian, que con la experiencia vivida, no le quedan ganas de volver a ver a los "amigotes" de Tito.

Después de ducharse en el cuartucho, se dirige al sector del supermercado, para hacer tiempo antes de ir a almorzar a casa de doña María. Se entretiene observando a la gente que entra y sale cargada de paquetes, además de los comerciantes que venden todo tipo de productos, fuera del edificio, aprovechando la concurrencia de clientela. Cristian compra un helado a un comerciante. A lo lejos, en la parte baja del sector, el Antuco y sus amigos juegan a la pelota. En la esquina del frente, un grupo de predicadores evangélicos con sus guitarras, tratan de ser oídos por la gente que, indiferente, concurre al supermercado. Los vendedores de pescado "fresco", atraen a clientes y moscas por igual. De improviso una voz grave le sobresalta...
—Hola, "Tumba", ¿Qué hací ' aquí, loco? ¿vivís' por aquí?...
Al volverse, reconoce al muchacho, de unos dieciocho años, a quien durante la "pichanga-pateadura" llamaban el "Johny diez pesos". El muchacho delgado, moreno, viste jean negros y una polera blanca con un dibujo de un esqueleto tocando guitarra eléctrica, con el nombre de una de esas bandas de "jevi-metal". Su pelo largo, apelmazado y desarreglado, parece haberle declarado la guerra al lavado de cabello.
—Hola –responde Cristian, quién no puede disimular el desagrado que le produce encontrarse con el muchacho–. Sí, vivo cerca de aquí... en la casa del Tito.
—Aah –murmura el "Johny diez pesos" por todo comentario, sin agregar nada más. Se le queda mirando fijamente a los ojos, con sus manos en los bolsillos traseros del pantalón, como esperando alguna reacción del joven.
—¿Por qué? –pregunta Cristian, por decir algo que le saque de la perturbación que le provoca la mirada del muchacho.
—No, por nada, compadre... tranquilo, no pasa na'... Bueno, ¿y ya tenís' pierna? –pregunta el "Johny" (mostrando el hueco que le ha dejado la falta de uno de sus dientes), al hacer una mueca forzada que pretende pasar por sonrisa.
—¿Pierna?
—Sí, pierna... ¿No sabís' lo que es una "pierna"?
—No, la verdad es que no sé, disculpa... –contesta un tanto nervioso ante la mirada burlona del "Johny".
—Una mina, pu' compadre, una mina. Una pulenta, una mijita rica, una 'tonta buenona'... ¿entendís ahora?... –contesta el muchacho haciendo gestos groseramente descriptivos, queriendo parecer gracioso.
—Creo que sí. Te refieres a una polola ¿verdad?
El muchacho se le queda mirando sin contestar, escudriñándolo con la vista, mientras ladea un poco su cabeza, como tratando de entender si Cristian en realidad no sabe, o trata de tomarle el pelo...
—Vo' no soy de aquí, ¿verdad? –pregunta finalmente el "Johny", cambiando la conversación.
—No. Vengo del interior de Ovalle –responde Cristian con la mirada baja, para no toparse con la mirada impertinente del muchacho.
—Aaah. Por eso... –responde el "Johny", cayendo en cuenta–. Ja, ja, ja, creí que, o eras tarado o me estabai' balanceando... Lo que pasa es que vo' estai' verdecito todavía, pu' "tumba". Pero no te "preocupí " –dice condescendientemente el Johny, mientras da un manotazo en el hombro de Cristian–, nosotros te vamos a dejar piola. Pa' eso están los amigos...
—Me van a dejar ¿qué?... –pregunta preocupado el joven.
—Ja, ja, ja... pero no te asustís’, pu' "tumba". Quiero decir que vamos a ayudarte a hacerte machote. No quiero decir que seas marica –se apresura a aclarar el "Johny"–. Me refiero a que... ah, bueno... vó' me entendí pu'... a hacerte mas “pulento”...
Cristian asiente con la cabeza, para no tener que seguir pidiendo aclaraciones al muchacho, que parece no gustar de las explicaciones.
—¿Te puedo pedir un favor? –pregunta tímidamente Cristian.
—Sí, claro. Dime no mas, "Tumba"...
—¿Me puedes llamar "Cristian"?... Es que estoy acostumbrado a que me digan así –dice el joven, con cierto temor, recordándose de la violenta reacción del Jonhy ante una patada del "cabeza de sandía", en el partido de fútbol.
—Ah bueno –responde con cierta sorpresa el muchacho–. Si te molesta, no hay atao' pu' "Tumba"... digo "Cristian".
—Bueno, tengo que ir a almorzar. Permiso... perdón, ¿cómo te llamas?...
—¿Yo?, Diógenes –contesta sorprendido de que alguien pregunte su nombre de manera tan educada–. Pero dime "Johny", no más –dice guiñando un ojo–. Todos me conocen así en la pobla. ¿ok, socio?...
—Está bién. Gusto en verte... (Qué mentiroso eres, Cristian), después nos vemos –Cristian se aleja aliviado de la incomoda situación.
Al llegar a la esquina del supermercado, un joven delgado le detiene del brazo...
—Hola, Cristian, ¿cómo estás?
—Ah, hola, Avila. No te había visto. ¿vives por aquí? –responde Cristian al reconocer a Andrés Avila, su condiscípulo, a quién Mirtha llama "El Padre Pollo".
—En realidad no –contesta el joven–. Pero vengo a ver a mi tía Ana, los fines de semana. Ella vive en este barrio. Ahora me mandó a comprar al Super. Así es que conozco a casi todos los niños de aquí.
—Ah. No sabía. El otro día nos estábamos acordando de ti, con la Mirtha...
—¿Ah, sí?. Espero que no haya sido para "pelarme", ja.
—Ah no. Ella habló muy bien de ti. Dice que la ayudaste mucho en una oportunidad.
—Debe referirse a la vez que se peleó con su pololo. Sí... quedó muy mal la pobre Mirtha. En realidad lo único que yo hice, fue darle algunos consejos, pero nada importante.
—Bueno ella no lo ve así. Dice que aprecia mucho lo que hiciste por ella.
—Ah, qué bueno. Y hablando de consejos... ¿me permites darte uno? –pregunta Andrés.
—Claro –responde un tanto sorprendido Cristian, preguntándose de qué se tratará.
—Espero que no te molestes... Es que recién te vi conversando con el "Johny" y...
—¿Lo conoces? –interrumpe Cristian.
—Claro. Y quién no... Si aquí todos saben que es de los "gatos pardos", y que...
—¿Los gatos pardos?, qué es eso –pregunta intrigado Cristian.
—Es una banda de jóvenes de la población de más allá –dice Andrés, señalando hacia el sector alto, hacia los cerros de la ciudad–. Son como cien, entre niños y niñas. Claro que no todos son de ese barrio. Se juntan en las noches a "tandear" en las esquinas. Parecen hormigas cuando andan todos juntos.
—¿Y para qué? –pregunta intrigado Cristian.
—Pa' puro molestar no más pu'. Además entre ellos hay algunos que son "patos malos". Siempre se pelean con otra banda del otro barrio de mas al norte, los " Malditos". Esos si que son malos... –dice el joven enfatizando sus palabras con el ceño.
—¿Ah sí?.
—Claro. La semana pasada dicen que se agarraron en una fiesta que se hizo en la casa de la "Pita", una niña de los "Gatos pardos".
—¿Y porqué?
—Es que algunos de los "Malditos" querían colarse a la fiesta, y no los dejaron. Como andaban medios "volados", se pusieron a insultar y a tirar piedras, y los papás de la "Pita" llamaron a los carabineros. Cuando llegaron los carabineros, ya estaban agarrados a aletazo limpio en la calle. Así es que se los llevaron detenidos a todos. El medio escándalo que tenían.
—¿Y tú cómo te enteraste? ¿Estabas allí?. –pregunta Cristian en tono de broma.
—¿Estás loco? Ni que estuviera enfermo. A mí no me gusta juntarme con esos compadres. Lo que pasa es que un compañero de curso de mi hermana, es de los "gatos pardos" y él le contó a la Marcela.
—¿Marcela?
—Sí. Mi hermana. Y eso no es todo...
—¿Ah no?
—No, pu'. Después de ese atado', los "Malditos" fueron en patota' a la casa de la "Pita", como a la medianoche y le "dieron el tratamiento".
—¿Tratamiento?
—Tratamiento. Se trata que toda la pandilla le apedrean la casa, le rompen todos los vidrios y le dejan la puerta pa' la historia. Después se arrancan y cuando llegan los carabineros, se van de negativa diciendo que ellos estaban en otro lado en una fiesta, que ellos hacen para tener "coartada".
—Y los de la pandilla de los "gatos...¿cuánto?...
—Pardos.
—Ah, sí. ¿Y ellos no se vengaron?
—Bueno, la mayoría son cabros chicos, de 13 y 15 años, así es que les tienen miedo a los "Malditos". Pero el Jhony tiene dos hermanos chicos que son de los "gatos". Él y al que le dicen "el Piojo", son "patos malos", y varias veces se han agarrado a ‘cuchillazos’ con algunos de los "Malditos". El año pasado encontraron muerto acuchillado a uno de los "Malditos". Todos dicen que fue el "Jhony" que se lo "echó", por un problema de drogas. Pero nadie se atreve a acusarlo.
—¿El "Jhony", el mismo que estaba conversando conmigo recién? –pregunta casi incrédulo Cristian.
—El mismo, amigo. Por eso te digo... no te juntes mucho con él. Le dicen el "Jhony diez pesos, por una película chilena que pasaron en el cine, porque se parece al actor que hizo ese papel. y es "pato malo" como el verdadero "Jhony cien pesos". Claro que a este le dicen Jhony diez pesos, por que es mas rasca, ja, ja, ja.
—Puchas, ahora me dejaste re' preocupado. Voy a tener que alejarme de los amigos del Tito...
—Perdón, ¿te refieres al "loco Tito"? –pregunta Andrés.
—Bueno, así creo que le dicen. Es hijo del dueño de la casa donde arrendamos pieza con mi tío ¿Por qué, Avila? –responde Cristian ya más preocupado.
—No sé. Yo no lo conozco muy bien. Pero dicen que anda metido en las drogas y esas cosas. Pero en realidad no lo podría asegurar –responde Andrés, tratando de tranquilizar a Cristian–. Son solo rumores. Prefiero que no tomes en cuenta lo que te dije, amigo, ¿ya?.
—Está bien, pero me mantendré alerta, por cualquier cosa –contesta Cristian.
—Buena idea. Bueno te dejo. Tengo que llevarle las cosas para el almuerzo a mi tía –se despide el joven-. Después conversamos. Me gustaría preguntarte algo, pero mejor lo dejamos para otro día ¿Ok?
—Ok, chao, nos vemos, Avila.

Después del almuerzo de puré con vienesas y una pobre entrada, que le hace recordar las palabras de Alfredo, en el sentido de que los almuerzos de doña María no son la gran cosa, Cristian se dirige a la zona costera de la ciudad, que queda a unas diez cuadras desde la casa de Tito, bajando por una de las calles principales del barrio. Al llegar a la Playa, un pequeño balneario donde unos niños aún se bañan aprovechando los días soleados de fines de Marzo, se tiende un rato en la arena repasando en su mente los acontecimientos del día. No puede dejar de pensar en las palabras del "Pitufo" respecto de la señorita Nélida. ¿Serán ciertas las cosas que dijeron Tito y el "Pitufo"? ¿Deberá contarselo a su tío?.¿Y si se mete en un problema con Nélida y Alfredo?...Le parece extraño que su tío no supiera de ello, viviendo en el mismo barrio. Por lo general los vecinos saben todo lo que ocurre en el vecindario. Al menos así era en Chalinga, su pueblo. O a lo mejor lo sabe y no le importa. Tal vez solo quiera divertirse y después... Bueno, parece que al menos ella quiere llevar las cosas en serio, a juzgar por las preguntas que le hizo el día Jueves, después que la conoció. Recuerda que hasta dijo que tal vez se casarían a fin de año... Quizás sea mejor no hacer ningún comentario, por ahora, y si las cosas comienzan a ponerse serias... ahí verá...
Se anima a sacarse los zapatos y a mojarse los pies en una pequeña posa, donde juegan unos niños pequeños, con sus baldes plásticos y sus palitas. La agradable sensación en sus pies acalorados, le recuerdan las tardes de paseo al río, con el Atilio y sus amigos. ¿Qué será de ellos?. ¿Se recordarán de él?
Una señora delgada de unos sesenta años, con su sombrilla amarilla con flores, para el sol retoza junto a un pequeño perrito, cerca del agua. No sabe por qué, pero se le figura que podría ser la señora Soledad, a quien el Antuco llama "la loca". El vestido de seda floreado con el cuello subido, le parece fuera de lugar, lo que le hace creer que podría ser ella. Además el perrito se mantiene muy quedo en sus brazos. Ella lee una revista o libro, que no alcanza a distinguir desde su posición. De pronto siente un impulso inusual en querer hablar con ella. Se acerca disimuladamente a ella, mientras el perro le gruñe mostrando sus colmillos.
—Quieta, "Felisa". No molestes al joven –la mujer asegura al perro por su correa, dando una mirada curiosa al joven que se ha perturbado un poco.
No. No debe ser ella. Está seguro que el perro de doña Soledad, no se llama "Felisa". No recuerda bien cómo lo llamó el Antuco. Pero está seguro que no es "Felisa". Es perro, no perra. ¿Conocerá a la señora Soledad? La próxima vez que vea al Antuco, le pedirá que lo lleve a conocerla.
Después de pasar un buen rato, mirando a los niños jugar en el agua, decide regresar al cuarto. Siente algo de frío, ya que ha salido un poco de viento.

Esa noche, como a las nueve, mientras repasa uno de sus cuadernos, escucha abrir la puerta chica del portón. Es raro, Alfredo no llegaría hasta las diez, según dijo...
—Hola sobrino mal criado... ¿ cómo estás?. Ayúdame con el bolso. -ver la sonrisa jovial de Alfredo le produce una profunda alegría. Ha sido una semana demasiada larga.
—Alfredo... que gusto me da verte –responde el muchacho–. No sabes lo aburrido que es estar sólo, durante toda una semana. Te esperaba mas tarde...
—Ah, sí. Es que se adelantó la bajada, por que el otro turno tenía que hacer un trabajo más temprano arriba en la mina. ¿Y te aburriste mucho, "Cris"? –dice riendo Alfredo, al parodiar a doña María.
—Bueno, ya te pongo al día “Alfred”. ¿Qué traes en el bolso que está tan pesado?
— Ja, ja, ja, sigues siendo una "calamidad", como decía mi taita. Son las colaciones que dan arriba en la mina. Como yo no me las sirvo todas, las guardo para traerlas. Nos hace falta un refrigerador, flaquito. Ahora que estás tú tendremos que guardar cosas que se pueden descomponer. Ahora para el pago vamos a comprar uno de segunda mano que sea. ¿Te parece? –comenta Alfredo mientras saca las provisiones del bolso.
—¿Y sería mucho pedir si compraras un televisor para no aburrirme tanto? –pregunta el joven con cierta timidez.
—Aah, ya sabía que me preguntarías eso, flaco... ja, ja, ja.
—Perdón, no quise molestarte...
—Flaco, flaco... ¿de donde sacaste que me molestabas? Venga para acá mi sobrino regalón –Alfredo rodea con su brazo los hombros del joven–. Usted es mi única familia, jovencito, por eso nunca piense que me molesta ¿ya?.
Los ojos de tío y sobrino delatan la emoción que los embarga, en momentos como ese. Recuperándose rápidamente, Alfredo termina de sacar los víveres del bolso.
—Ahora, Flaquito... cierra los ojos por favor... te tengo una sorpresa.
—¿Verdad?... ¿Qué es Alfredo?. –pregunta nervioso el joven.
—Si te digo, ya no es sorpresa, pues, tramposo. Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga... ¿De acuerdo?
—Está bien –sonríe nervioso Cristian.
Alfredo sale un instante del cuarto y regresa con un televisor en sus brazos.
—Ahora abre tus ojos, flaquito...
—¡Alfredo!... ¿Cómo...? ay, ja, ja, ja... –Cristian no sabe qué decir, por la emoción. Solo atina a ayudar a su tío a poner el televisor sobre el velador y a dar un efusivo abrazo a Alfredo.
—¿ Te gustó la sorpresa?
—Claro, pu' Alfredo. Si en las tardes me aburría como ostra ¿No ves que todavía no conozco a la gente del barrio?. ¿ Y cuándo tuviste tiempo de comprar la tele?..
—Se la compré a un compañero del turno. Hace tiempo que me la había ofrecido, pero como tenía que dejar la pieza sola por toda una semana, no me atrevía. El problema es que como esta es una casa esquina, se pueden saltar por el muro y robar todo. Pero ahora que estás tú no van a entrar si ven que hay alguien viviendo aquí.
—¿ Se saltan por el muro? –pregunta intrigado el joven.
—Claro, especialmente cuando saben que la casa está sola. Y aquí ya me conocen todos, y saben todos mis movimientos.
Cristian recuerda las palabras de Tito y no puede mas que concordar con su tío.
—Una vez se entraron a robar ¿sabes? –continúa Alfredo.
—¿Se metieron por el muro? –pregunta Cristian.
—Bueno, no tengo otra explicación. Es la única posibilidad. Lo extraño es que no forzaron la puerta. Algún delincuente "profesional", abrió el candado y me llevó un minicomponente y un escritorio chico que me había comprado para usarlo como mesa y para guardar papeles. Me gustaba ese escritorio, pues tenía tallado a mano un dragón chino en la cajonera. Era muy bonito. Dejaron todos los papeles desparramados por el suelo y se lo llevaron. Ah, y como burla ¡se robaron el candado!...
—Puchas, qué pena –comenta Cristian–. ¿Y han vuelto a entrar?
—Parece que no, porque no veo que falte algo. Seguramente donde te ven a ti, ya no se tientan –dice Alfredo, dando una rápida mirada a todo el cuarto.
En ese momento se siente la voz de Tito, fuera del cuarto...
—Cristian... ¿Estás ahí? -pregunta mientras golpea la puerta.
—Sí, Tito. Llegó mi tío Alfredo...–responde Cristian, subiendo un poco la voz para que le escuche Tito.
—¿Ibas a salir a alguna parte, Chatito?, porque si es así, no te preocupes por mí. Yo me voy a dar un buen baño y de ahí me quiero acostar. Estoy bastante rendido... –dice Alfredo.
—¿Puedo pasar?. –insiste Tito
—Sí, por supuesto –responde Alfredo–. Pasa no más, negro.
—Permiso... Hola Alfredo... Llegaste temprano hoy. ¿Tuviste algún problema, compadre? –pregunta Tito con familiaridad.
—No, para nada –responde Alfredo, saludando a Tito con la mano–. Se adelantó el otro turno y nosotros aprovechamos de bajar antes de que...
—¿Y esa tele?. Esta mañana no la vi, o... –interrumpe sorprendido Tito.
—La compró mi tío. La trajo recién.
—A que buena onda. Nosotros íbamos a ir a un carrete' con el Cristian ¿No es cierto compadre?... –dice Tito, guiñando un ojo a Cristian.
—Bueno, sí. Pero...
—En ese caso, no se preocupen por mí. Yo me daré un baño y me acuesto –interrumpe Alfredo.
—La verdad es que yo también me siento un poco cansado –dice Cristian dando una mirada suplicante a Alfredo, quién no se da por aludido.
—No se me ponga vinagre, pu' compadre. Acuérdese que ya nos comprometimos con los cabros del grupo. Además, si no sales, nunca vas a conocer amigos... ¿verdad Alfredo?
—Bueno, es cierto. Pero me preocupan algunos de esos "amigos", que llamas tú. No me gustaría que le presentaras a gente de dudosa reputación... –dice Alfredo, mirando con seriedad a Tito.
—Chis' buena, Alfredo. A la otra me acusai' de cogotero –responde Tito haciéndose el gracioso–. Si los cabros con que yo me junto son buena onda, no son "malandras". Además donde vamos a ir es casa de familia respetable.
—¿Y se puede saber dónde es esa casa respetable? –dice Alfredo, entre serio y en broma.
—En la casa del Heriberto... –contesta Tito, sin mencionar el apodo del "piojo" a propósito.
—¿Heriberto? No recuerdo a nadie con ese nombre... ¿Qué apodo tiene?
—No tiene “chapa” pu' Alfredo. ¿No te digo que es gente respetable? –Tito miente, para no delatarse.
—Bueno, si tú lo dices. En todo caso te encargo a Cristian. No me gustaría que se metiera en problemas con alguna pandilla... ¿Ok?.
—Tranquilo, compadre. Si va a cargo de este pechito, no puede pasarle nada. Yo me responsabilizo –responde Tito adoptando postura de hombre de mundo, mientras guiña un ojo a Cristian.
—Mira, Negro... esa no es ninguna garantía para mí, porque si vamos a hablar de ser responsable... tú no eres ninguna luminaria en ese sentido. Acuérdate lo que pasó la otra vez en una de esas fiestas que tu...
—Ya, ya, ya... Ya recibí el mensaje, compadre. No es necesario que saquemos los trapos sucios a la plaza pública, porque a mí también se me puede caer el casett... –dice en tono de broma Tito.
—Uy, qué miedo –responde Alfredo siguiendo la broma–. Yo tengo mi conciencia bastante limpia, jovencito. No como “otros”, que la tienen más negra que su propia piel...
—Aaah, ya nos fuimos al "chancho" ¿ve? Y después andamos rogando que le hagamos gancho con mi hermana...
—Ahí sí que nos equivocamos, "compadre" –responde Alfredo, remedando la forma de hablar de Tito–. Yo jamás le he pedido a usted, que me haga propaganda con su hermana. Por lo demás, ella es toda una dama. Ni se compara a cierto individuo que yo conozco. Para mí que, a uno de los dos lo adoptaron tus papás.
—A ella, tiene que ser, pu', Ja, ja, ja, ja... ¿No ves que es la mas "cuica" de la familia, ja, ja, ja...? –responde con una risotada el muchacho.
—Y además es muy bonita. En cambio a ti no querían dejarte salir del hospital cuando naciste, por respeto al público, ja, ja, ja –dice Alfredo riendo, mientras arroja un paño sobre la cabeza de Tito.
—¿Viste, Cristian? –pregunta Tito riendo, mientras Cristian no puede contener la risa por las chanzas que su tío y Tito se reparten–. Y después dice que no le gusta mi hermana... Ja, ja, ja.
—Ya... váyanse mejor –dice Alfredo riendo–. Son como las diez... a las doce a más tardar traes a Cristian, Tito, por favor. No quiero que lo cogoteen por venirse muy tarde.
—¿A las doce? –exclama Tito poniendo una cara cómica de sorpresa exagerada–. ¿Estás enfermo, compadre?... Si a las doce recién empieza a llegar la "gallá". ¿En qué mundo vive, compadrito?. Si la época de los malones con "tiques" para sacar a bailar a las viejas, ya pasó de moda hace mucho tiempo, pu', compadre. No sea mala onda...
—Bueno, entonces a la una y no más. Acuérdate que mañana tú y Cristian tienen que ir a la escuela. –contesta Alfredo en tono determinante–. No sé por qué no hicieron su fiesta ayer sábado. Así no hubieran tenido que preocuparse tanto por la hora.
—Es que ayer no se podía, porque el taita del... Heriberto, tenía que entrar al turno de sereno a las cinco de la mañana, y estaba durmiendo... pero ahora...
—Entonces la podían hacer en otra casa... –insiste Alfredo.
—Pero es que las otras casas son muy chicas, y además no la prestan los viejos...
—Por algo será... por algo será... –dice Alfredo, con divertida ironía.
—Yo me vendré a las doce, Alfredo –dice Cristian con convicción–. No te preocupes. ¿Es muy lejos de aquí, Tito?.
—No. Es como a seis cuadras de aquí... Puchas, que mala onda –dice el muchacho con resignación–. Bueno, qué le vamos a hacer. Yo lo traeré al convento, "su santidad", no se preocupe... ¿vamos, "padre Cristian"?
Los dos jóvenes se despiden de Alfredo y se dirigen a casa del "Piojo". Cristian no puede dejar de sentirse preocupado. Los comentarios de Andrés Avila, su compañero de curso, resuenan en sus oídos...
—"...el Jhony tiene dos hermanos chicos que son de los "gatos". Él y al que le dicen "el Piojo", son "patos malos", y varias veces se han agarrado a cuchillazos con algunos de los "Malditos". El año pasado encontraron muerto acuchillado a uno de los "Malditos". Todos dicen que fue el "Jhony" que se lo "echó", por un problema de drogas. Pero nadie se atreve a acusarlo."
—"... dicen que el Tito anda metido en las drogas y esas cosas. Pero en realidad no lo podría asegurar. Son solo rumores."
El rostro de su abuelo nuevamente se le aparece sonriente...
—" Cuida tus "juntas". Cristian... Mira que las cosas malas se pegan como "brea". Después es imposible sacársela del cuerpo."
¿Habrá hecho bien con acompañar a Tito a su fiesta?. ¿Estará el Jhony diez pesos?. Seguro que estará. Es amigo del “Piojo”. De pronto le dan ganas de regresar a su cuarto y dormir sin preocupaciones, como su tío Alfredo. Pero Tito, como adivinando los pensamientos fugitivos del joven se encarga de tranquilizarlo.
—No te preocupes, compadre. No pasa na'. Este pechito se encargará de que nada le pase. Aquí en el barrio todos me conocen, así es que nadie se atreverá a molestarlo, conmigo está seguro –dice Tito, con ese aire de lider "duro" que adopta cuando quiere impresionar.
—Está bien, Tito, está bien...
La voz de Cristian suena resignada. Su timidez nuevamente le impide tener las fuerzas suficientes para hacer lo que cree es más prudente. La sonrisa de Tito se le antoja enigmática... El rostro de su abuelo le mira con preocupación...



FIN DEL CAPÍTULO 9

GLOSARIO
Compadre = sujeto, individuo.
Sin drama, loco = No hay problemas, amigo.
Cabrito = jovencito, mozuelo.
"cuica": Dísese de las personas que gustan aparentar buena posición económica.
Mocha = Lío, pelea.
Garabatos = Palabrotas, palabras soeces.
tenís' “pechuga”. = Tienes valor, entereza.
Saca la bronca = Habla con confianza, con personalidad.
No seai' “tumba = No sea callado, lacónico.
Las “piernas” del barrio = Las muchachas del barrio.
Pelota = Balón.
Pierna: Muchacha, novia.
Pobla = Barrio.
Polera = Camisa deportiva
Pololear: Hacer citas, sin compromisos.
Polola: Novia sin compromiso. Enamorada. Muchacha con la que se sale sin
responsabilidad
“pulento”: Excelente. Optimo.
canta a toda “jeta” =Canta a todo pulmón.
Manoseando “pierna” = Acariciándose con la muchacha.
No se me vaya a “chupar” = No se vaya a intimidar, a desalentar, a arrepentirse.
La "pura". = Así es . Es la verdad..
Qué buena onda = Qué bien, qué excelente.
'mangoleo' = Atisbar los lugares íntimos de una mujer. Voyeurismo.
Balancearlo, balanceando...: Reírse de la persona.
'hacerle los ‘puntos': Tratar de embaucarla y convencerla.
Ah, churra: “Ups.” “Diantres”.
la 'sin huesos'.: La lengua.
‘Apechugue' : Enfréntelo, responsabilícese.
Ovalle : Pequeña ciudad Nortina de Chile.
te vamos a dejar piola.: Te vamos a dejar capacitado, preparado. En buena forma.
No hay atao': No hay problema.
para "pelarme",: Para hablar mal de mi.
"tandear": Molestar, hacer bobadas.
"patos malos".: Delincuentes.
se agarraron: Se enfrascaron en una riña.
volados",: Drogados.
carabineros.: Policías uniformados.
Después de ese atado': Después de este lío.
Se lo "echó",: Lo mató.
No tiene “chapa”: No tiene Alias, sobrenombre vulgar.
nos fuimos al "chancho": Hacemos bromas pesadas.
No quiero que lo cogoteen: No quiero que los asalten.
la "gallá".: La gente, los invitados.
malones con "tiques": Bailes antiguos con boletos de baile.