sábado, mayo 27, 2006

"PRIMER DÍA DE CLASES" Capítulo 4

Contra la corriente –Novela...

Capítulo 4
"PRIMER DIA DE CLASES"
La luz de la mañana le hace abrir los ojos. El despertador suena estridente en ese preciso instante. Los pensamientos le dan vuelta en la cabeza. Le cuesta ordenarlos... Ah, sí. Está en la pieza de Alfredo, es Lunes y tiene que ir a la escuela.
—" ¡La escuela! –baja de la cama sobresaltado–. Olvidé preguntar a Alfredo qué taxibús debo tomar. ¿Y ahora?... ".
Atolondrado recorre con la mirada la habitación. Sobre el pequeño baúl-mesa hay una nota. Seguro que es de Alfredo. Se apresura a leerla...
" Flaquito, no te quise despertar, pero puse el reloj despertador a las 7 A.M. Espero te haya recordado a tiempo. En el baúl está la mermelada y el pan. Los dueños de casa llegan mañana de sus vacaciones. En el velador dejé una carta. Entrégasela al Señor Ibarra (el dueño de casa) o a su esposa. Ahí les explico todo, aunque ya les había comunicado tu venida. Yo regreso el próximo Domingo, en la noche. Si ves a la Nélida, dile que... (Rayado encima). No le digas nada mejor. Yo hablo con ella cuando regrese. Que te vaya bien en tu primer día de clases. Ah, la liebre(Rayado) el taxibús que debes tomar es el Nr. 2 ó el 3. Los dos te sirven. De vuelta súbete al 3 y dile al chofer que te deje en el Supermercado de la esquina. Pórtate bien, Flaco, no incendies la casa, no seduzcas a tus compañeras de curso ni vayas a matar a la 'Negra'. Chao ".
—" Payaso ".

El taxibús pasa lleno de estudiantes y no se detiene. Después de un rato pasa el siguiente... tampoco se detiene. Los estudiantes que se encuentran en la parada gritan palabras de todo calibre al chofer que impávido continua su marcha sin voltear. Un policía uniformado llega a la parada y hace detenerse al siguiente taxibús, logrando subir a los estudiantes ante la mirada melancólica y resignada del chofer. Luego de un "asardinado" viaje llegan al Liceo.
Una turba de "pingüinos-estudiantes" bajan en tropel disminuyendo gran parte del pasaje.
Los alumnos formados en el patio en bulliciosas columnas, conversan animadamente. Cristian busca el 2do. "B".
—Perdona... –Pregunta a un muchacho rubicundo y pecoso–. ¿Este es el 2do B?.
—No, "Ganso", es el de más allá –responde señalando con el dedo.
—Gracias.
—Está bien, compadre.
—Disculpa, ¿Este es el 2do. B? –Pregunta a una muchacha delgada y morena, de nariz aguileña y pelo corto.
—Sí, lindo. Este es –Responde pellizcando su mejilla, mientras sus compañeros de fila celebran bulliciosamente su respuesta.
—Gracias.
—De qué, amor.
" ¡Atención, atención! –resuena la voz potente del señor Artiguez, el Director–. Ya, ya, vamos guardando silencio señores, que esta es una escuela, no la vega central".
Poco a poco se detienen los murmullos risueños de los estudiantes más inquietos.
—" Buenos días jóvenes " –saluda el señor Artíguez, con sus manos tomadas a su espalda y sus piernas regordetas ligeramente separadas, cual militar pasando lista, mientras los demás profesores se ubican cerca de sus cursos respectivos.
—"¡¡ Bueenos díaas señor Artiguez !! " –Responden los estudiantes, con cierta disimulada tonalidad festiva.
—"Estamos comenzado una semana más de clases, y esperamos que recuerden las recomendaciones que siempre les hacemos. Compórtense como caballeros y señoritas educados. Demuestren así que pertenecen a uno de los Liceos más destacados del norte, el Liceo Industrial. Los inspectores han sido instruidos para traer a la Dirección a cualquier alumno que sea sorprendido fumando en el recinto del Liceo, así como a aquellos que insistan en traer material pornográfico. Tendrán que venir con su apoderado. Los alumnos que sean sorprendidos con drogas, ya sea consumiéndola o portándola, serán expulsados del establecimiento sin apelación.
Después del himno patrio se retirarán ordenadamente, dije ORDENADAMENTE a sus respectivas salas de clase. Que tengan una semana productiva."
Después del acto de rigor, los alumnos se retiran a sus salas de clases. La columna del 2do. "B", Minas, lo hace a una indicación del profesor Raúl Rojas, profesor de Castellano y Literatura, de mediana estatura, moreno, extremadamente delgado, nariz aguileña y de ojos somnolientos. Su voz grave acciona su "manzana de Adán", la cual sube y baja cual diminuto ascensor por su garganta.
—" Segundo B... A la sala de clases..."
Una vez en la sala de clases, los alumnos se ubican en sus respectivos lugares. Cristian se queda de pié a la entrada de la sala, esperando la indicación del profesor para tomar su ubicación. Sus manos inquietas dejan entrever su nerviosismo. El señor Rojas acomoda su asiento separándolo ligeramente del escritorio mientras descansa su espalda en el respaldo de su silla. Juguetea con un lápiz mientras observa a Cristian, esperando que los demás estudiantes se sienten. Luego se dirige al nuevo alumno...
—¿Tú eres el alumno nuevo?... Buenos días joven...
—Ssí, señor, es mi primer día... eh, buenos días.
—Bueno, vamos a conocernos mientras pasamos lista... ¿cómo te llamas?
—De " Chalinga ", al interior de Ovalle, señor –(risotadas).
—Perdón hijo, te pregunté cómo te llamas, no de dónde eres... ¡Ustedes guarden silencio!...
—Disculpe señor, no le escuché bien, me llamo Cristian, Cristian Aliaga Muñóz
—Eso está mejor... Ya nos dijiste de dónde vienes. ¿Y quién es tu apoderado?
—Mi tío Alfredo. Vivo con él.
—Bien Cristian, puedes tomar asiento. Ya nos conoceremos mejor.
—Disculpe,... ¿Dónde me siento, señor?...
—Puedes sentarte ahí, junto a la señorita Zamora –le señala un lugar junto a la ventana, precisamente al lado de la muchacha del pellizco, en el patio.
—"Hola lindo". –le susurra con picardía la muchacha.
—"Hola" –se sienta con la mirada baja, mirando de reojo a la clase.
—"Otro ganso" –murmura alguien– (risitas).
—Bueno, continuamos jóvenes –dice el maestro, con tono serio para acallar las risitas.
El maestro abre el libro de asistencia y comienza a salmodiar mecánicamente los apellidos de los alumnos, con tono constante como si se tratase de una voz de computadora o algo así.
—" Aliaga "... ah, ya estás... "Ardiles" -Presente-, "Avila" –Presente–, " Barrios " –Presente- ...
La lista termina con Zamora, Nuri. La chica del pellizco.
—" Presente, lindo ".
—Suficiente con que diga "presente" señorita Zamora.
—Sí, lindo, perdón. Digo... profesor –(risas).
—Ahh. Llegó de cómica esta semana. Vamos a ver cómo está su disertación de la lectura que les asigné.
—¡Churra!... (Blanca palidez)
—¿Cómo dijo?
—Nada... nada, señor, disculpe –se saca apresuradamente el chicle que ha estado masticando, se pone de pié y se jala nerviosamente su corta falda.
—" Te churreteaste, Nuri", –le murmuran desde el banco de atrás –(risitas).
—A ver, guardemos silencio, jovencitos... Señorita Zamora... –el maestro se acerca lentamente con sus manos tomadas por detrás, cual gendarme que acaba de atrapar a un fugitivo–. Ustedes debían leer el libro "Palomita Blanca"... ¿De qué autor,... señorita Zamora?
—Lafurcade, señor –contesta nerviosa.
—Bien, pasó la primera, ya no se la comen los leones... ¿Podría hacernos un resumen somero del argumento... señorita Zamora?
—Sí señor. Se trata de... de dos jóvenes que... de diferente situación social ¿ve?, –contesta la muchacha atropelladamente y ya con más confianza–. Uno tiene harta' plata, y la otra es re' pobrete, que se conocen en un concierto rock,... luego se bañan piluchos en la playa, después... y que luego se ponen a pololear y resulta que después, los amigos de él no la aceptan a ella, por que resulta que ella es de "pobla" ¿ve?, y él es "cuico, mijito rico de su mamá" y resulta que al final...
—¡Ay, Dios! –interrumpe el profesor, llevándose una mano a la cabeza–. Gracias, señorita Zamora, –(risas)– puede sentarse... ¿Críticas a la novela, jóvenes?... ¿Y bien?...
—Señor... –Se pone de pié un muchacho larguirucho, de lentes ópticos gruesos, ojos claros, colorín, con su corbata algo desajustada, sentado detrás de Cristian.
—¡Señor López!... Qué grata novedad... –dice el profesor, con fingida y teatral sorpresa–, creí que solo en la clase de matemáticas comentaba... adelante... por favor.
El maestro se dirige a su escritorio y toma asiento mientras se dispone a escuchar.
—(Carraspea) –Bueno... la novela me gustó, porque enseña... quiero decir... (carraspea)... muestra la realidad de los jóvenes en una época especial...
—¿No será " época específica ", señor López?
—Sí, eso quise decir... Bueno, muestra la realidad de una época específica y... y... la manera como pensaba la juventud en ese tiempo.
—"En el tiempo de los 'Marihuanero-saurios'", "o de los 'Hippie-sterodópodos' –interrumpen algunos graciosos, produciendo la risa de sus compañeros.
—Muy graciosos... ¿Y cómo piensa la Juventud ahora? –el profesor se levanta de su escritorio y comienza a caminar por la clase–. Todos pueden comentar... a ver. Esto se está poniendo interesante. Siéntese señor López, gracias... ¿Y bien?
Levanta su mano una muchacha de pelo castaño, largo, de bonita figura e igual semblante. El profesor hace un gesto para que se ponga de pié, cosa que ella hace con cierta coquetería.
—Bueno, la juventud, creo yo, ¿no?... hoy día está más liberada de las reglas que antes ponían los mayores. –Da una mirada de reojo a Cristian para constatar si éste la está observando–. Por ejemplo ahora los viejos ya no " hinchan " tanto con la hora en que debemos llegar de un "carrete"...
—Perdón, Claudia. "Los padres ya no exigen tanto en cuanto a la hora..." No me destroce el idioma mi amor... continúe –(risas).
—Bueno... es igual... Además hoy día los jóvenes tenemos más libertad para conocer a otros jóvenes, pololear quiero decir ¿ve?... Antes no se podían tomar ni la palabra... –(risas).
—Muy ilustrativo tu comentario, querida, pero me gustaría saber cuál creen ustedes que es el pensamiento de la generación joven, es decir, cómo ven los jóvenes de hoy nuestra sociedad actual. Qué piensan en cuanto a ello... ¿me siguen?... Siéntese señorita Mariño, gracias. Tal vez, el señor Aliaga quisiera darnos su opinión. ¿Nos hace el honor señor Aliaga?.
Cristian siente como si le hubiesen dado un mazazo en la cabeza y lo dejasen clavado al asiento. La temperatura sube bruscamente a grado 30. Respira hondo y se incorpora pesadamente, prolongando el tiempo, soñando con el timbre de término de clases...
—(Carraspea), (vuelve a carraspear)... –"Dale huasito"–, –"Dale gansito"– (risitas). Todas las miradas las siente clavadas como puñales en cada espacio de su cuerpo. Temiendo desmayarse en cualquier momento, recuerda uno de los dichos favoritos de su abuelo... "El miedo es un monstruo que no existe, Chato. Pero su aspecto es aterrador. Si abres bien los ojos y le miras desafiante, se empequeñecerá hasta adoptar una forma ridícula y luego desaparecerá como perro con la cola entre las piernas...". Mira a su alrededor paseando la mirada entre los alumnos, lo más sereno que puede aparentar, haciendo caso omiso a las risas contenidas. Poco a poco terminan los murmullos. Luego respira hondo y... ¡vamos Cristian!... tú puedes...
—Creo, profesor, que es difícil que todos los jóvenes piensen igual (carraspea), o piensen de una misma manera. Yo creo que depende de cómo hayan... hayamos sido criados. Yo no puedo decirle cómo piensa la juventud... actual (carraspea), por que no conozco mucho. Me crié en un pequeño pueblito, y ahí los jóvenes, estoy seguro (carraspea), piensan muy diferente de lo que puedan pensar, por ejemplo, en esta ciudad. Pero si quiere mi opinión...
—Por favor señor Aliaga...
—Bueno, a mí me enseñaron que no es bueno estar muy "atrincao". Pero tampoco tener mucha "rienda suelta". Lo bueno es tener libre... digo, libertad –(risitas nerviosas)–, pero nunca tanto como para perjudicarse uno mismo, o perjudicar y preocupar a los demás que lo quieren a uno... Eso es lo que yo pienso...
Cristian se sienta en medio del sepulcral silencio que causaron sus humildes pero acertadas palabras. De reojo le pareció ver al "monstruo ridículo" escurrirse avergonzado por debajo de la puerta de clases. El maestro se pone de pié, sonríe y se dirige a Cristian.
—"El de palabras pocas en sus labios..., pasa por sabio....". Gracias señor Aliaga... –Mirando irónicamente a Claudia, quien baja su rostro un tanto avergonzada, agrega–. Hacía tiempo que no me regalaban comentarios que no precisaran de alguna sufrida corrección.
La clase continúa amena y compartida, excepto por Claudia, quien después del comentario de Cristian no abrió la boca y se dedicó a fijar su persistente mirada en él.
El timbre de término de clases produce una algarabía prontamente controlada por el señor Rojas. Fuera en el patio, el muchacho colorín se acerca a conversar con Cristian...
—¿Qué tal?. Me llamo Ulises López –le tiende la mano.
—Hola, me llamo Cristian. –le cuesta responder al saludo de Ulises, ya que éste le toma su mano por el dedo pulgar como hacen los jóvenes. Hasta que Cristian logra acertar, lo que hace que ambos se rían del transe.
—Ja, ja... ¿Cómo se saludan en tu pueblo?
—Bueno como se hace en todas partes. Así... –Cristian estrecha la mano del muchacho.
—Ah, eso es "retro". Hay que ponerse en "onda".
—Está bien, no hay problema.
—¿Qué te pareció el "tres R" ?
—¿ Quién?
—Ja, El "tres R", pues. El profesor. Le dicen así por que se llama Raúl Rojas Rivera, tres "R", ¿ves?
—Ah. ya entiendo.
—¡Uf, menos mal! –hace un gesto como dando las gracias al cielo–. Además dicen que le gusta el "copete". Por eso dicen que le viene el apodo, ja, ja, ja.
—Ah, sí. Mi tío me dijo que así le dicen al vino.
—No, ganso... "Copete" es cualquier trago, no solo el vino. Además no seas "huachaca", aquí nadie toma vino, solo del fuerte, o cerveza.
—¿Aquí?, ¿Quieres decir, en el colegio?
—Bueno, en el liceo no, pues está prohibido. Pero fuera de aquí hay varios que le hacen al trago. Yo no, eh? –se apresura a aclarar–. A mí si que no me gusta esa onda. Eso sí que soy re' bueno pa' fumar. Mi papá no me dice nada. Es decir me dijo... –(Remedando la voz de su padre)–: "Que no te vea yo fumando jovencito"... Y como no me ha visto... no me dice nada... ja, ja, ja. Ríete, es un chiste –arruga la nariz para acomodarse los gruesos lentes.
—Ah, sí. Es divertido.
—Bueno pues, que te pareció.
—Qué, ¿el chiste?
—No ganso, el profe. De eso estamos hablando ¿no?
—Oh, sí. Perdona. Bueno, me pareció una buena persona, y se nota que sabe tratar a los alumnos.
—Es que no lo has visto enojado... Aaaah... cuando se enoja, te da "filo" –(hace un gesto con la mano)– por un buen tiempo, y si puede "rajarte" en las notas, te "raja". Así no mas, "care' palo". Por eso es mejor estar en la onda con él. Cuando anda en buena onda, es re' buena persona.
Ven, te voy a presentar a las "minas" del curso, son solo cuatro mujeres. La Mirtha no vino hoy, está enferma de la semana pasada. –Se acercan a las tres muchachas que conversan dando miraditas coquetas y risueñas a Cristian.
—¡Hola, “locas”! ¿Cómo están? Les voy a presentar al hua..., perdón... a Cristian. Saluden, no sean gansas...
—¡Hola!, Hola,... –Saludan atropelladamente–. ¿De dónde dijiste que venías, lindo? --Pregunta Nuri, la del pellizco, mientras Claudia y la otra muchacha pecosa y de larga cabellera pelirroja, de grandes ojos verdes pero no muy agraciada de rostro, se sonríen. La pelirroja mordisquea nerviosamente sus uñas.
—De “Chalinga”, en Ovalle.
—¿Chalinga? ¡Qué nombre más raro!, suena a "mandinga". Ja, ja, ja –interrumpe el pelirrojo. Ríen nerviosamente–. Parece un grupo Satánico. ¿En tu pueblo no hay brujas, y esas cosas, Cristian?.
—No, no hay nada de eso –responde Cristian con cierta seriedad.
—Vamos, no te enojes, si no te estamos "basilando". Solo preguntaba.
—¡Ulises!... Siempre con sus metidas de pata... –sanciona Claudia, mirando comprensivamente a Cristian, aprovechando la ocasión para congraciarse con él.
—Está bien. Si no me han molestado –dirigiéndose a Ulises–. No te preocupes. Uno de estos días les contaré acerca de mi pueblo. Ahora lo que más me preocupa es que me vaya bien en el liceo. No me gustaría repetir. Yo no entiendo nada de Minería.
—No te preocupes –se apresura a intervenir Ulises– ¡Nosotros tampoco!... Ja, ja, ja –sueltan todos una risotada escandalosa, que celebran por un buen rato.
—Si te juntas con los mateos del curso, te va a ir bien –interrumpe la muchacha colorina de pelo largo–. El Ulises te puede ayudar en matemáticas. Se las sabe todas ¿verdad Ulises?
—Cierto... Hey, pero tú no te has presentado flaca –se dirige a la colorina–. Preséntese como corresponde a una dama "esquisofrénica–locateli"...
—Oh, perdón... –La muchacha se ruboriza y adopta una actitud seria para disimular lo mejor que puede su nerviosismo–. Me llamo Irene, y soy hermana de Ulises.
—"Eso se nota de bieeen leejos". Ja, ja, ja, ja –corean al unísono Claudia y Nuri, mientras le toman el cabello a los dos hermanos. Todos irrumpen en carcajadas.
Tres muchachones de aspecto bravucón se acercan al grupo.
—¿Qué onda?. ¿Porqué tanta risa, "cabeza de cobre"?, Ja, ja, ja –pregunta uno de ellos con tono fanfarrón, el que parece ser el líder, mientras los otros dos, de mas baja estatura, celebran la pregunta como si se tratase de un gran chiste.
—¿Y a "vos" quién te invitó al baile, estúpido? –contesta en tono desafiante la Nurí, con sus brazos en jarra, mientras se le pone en frente.
—Cuidadito, flaca "pitillo", no te metai' conmigo. Sabís' que tenís' que salir del liceo y ahí no están los profes' pa' que te defiendan... Después nos veremos en el “hoyo” –responde el muchachón mientras le toma el mentón, a lo que Nuri responde retirando bruscamente la mano del "valiente". Un buen grupo de estudiantes se ha acercado al ver el barullo...
—Mira como me tiemblan la piernas –responde la Chica, mientras mueve sus piernas, como si temblaran. Sus dos amigas y Cristian, se apresuran a retirar a Nuri antes que la cosa se ponga mas grave...
—Ya, Nuri, déjalo. No te metas con ellos. No vale la pena –dice Claudia mientras logra apaciguar a duras penas a la iracunda Nuri. Los muchachones hacen un gesto grosero y despectivo y se retiran muertos de la risa.
Una vez terminado el tumulto, los "mirones" se retiran paulatinamente.
—Buena, "Guardaespaldas ". ¿Cuándo nos defiendes de nuevo? –le reprocha Irene a su hermano que durante todo el incidente permaneció mudo y separado del grupo.
—Si las suicidas son ustedes no yo pues. ¿Pa' qué se meten con el Nono?. Saben que es violento, y que es de los "Satánicos".
—¡Yo no le tengo miedo al desgraciado infeliz !..., Además es valiente en patota, pero estando sólo se... (irreproducible)... –La Nuri mira de pronto a Cristian y se calla de súbito, llevándose una mano a la boca–. Ay, disculpa Cristian. Qué vas a pensar de mí, que soy una rota.
—"Y no es chiste, ja, ja, ja" –interrumpe Ulises.
Las otras muchachas dan una mirada furibunda a Ulises, quien se calla abruptamente.
—No, está bien, yo entiendo –la tranquiliza Cristian–. ¿Por qué dijiste que era de los "Satánicos", Ulises?.
—De los Satánicos. El Nono está metido en uno de esos grupos fallados, que adoran al Diablo y matan gatos y todas esas tonteras. También se "pichicatean" y se ponen violentos. Por eso es mejor no meterse con ellos.
—¿Pichicatear?
—Drogarse, compadre. Pincharse, volarse, endiosarse, blanquearse, etc, etc. ¿Cachai, “loco”? –el colorín hace un gesto de " volado ", y el signo "paz" con los dedos, causando risa en sus compañeras.
—¿A qué se refería él cuando dijo que se verían en el “hoyo”?
—Ah, eso. Es que hay un hoyo en el patio trasero, que simula una entrada a una mina, para las clases prácticas.
—Ah.
En ese momento suena el timbre para reintegrarse a clases.
—Bien, hay que ir a matearse otra vez, ¿vamos, mis chicas? –Bromea el colorín, ofreciendo el brazo a las muchachas quienes se toman de él. Cristian se dirige a la sala con Irene, quien se ha quedado algo mas atrás.
La clase siguiente era de Matemáticas, donde Ulises se las contestó todas y Cristian sufrió enterrado en su asiento hasta que con un suspiro de alivio escuchó el bendito y maravilloso timbre de término de clases.
Para ser su primer día de clases no estuvo mal. Considerando que había hecho algunos amigos, enfrentado a los Satánicos, y logrado sobrevivir a la "lata de sardinas" Línea 3.

FIN DEL CAPITULO 4